Al principio, no se sabía qué tipo de cabeza tenía y, por error, le habían colocado una cabeza alta y abovedada como la de Camarasaurus. Jack McIntosh a fines del siglo XX, estudiando a estos dinosaurios, se dio cuenta de que esto no era posible y le puso la cabeza apropiada: una cabeza alargada como la de un caballo correspondiente a la familia de los diplodocos. Poseía una cola larguísima cuyo último tramo se ha propuesto como capaz de funcionar como látigo, tanto para defensa como para comunicación ultrasónica.